viernes, 6 de abril de 2012

Excursus: breve comentario al "Sobre la muerte del autor" de Álvaro Enrigue

Primera parte: Sobre las "cinco" historias del relato.

A mi entender éstas son las historias contadas en el relato. A ver si se coincide:

1. Historia de Ishi
2. Historia del narrador - viaje fallido por California
3. Historia del narrador - mudanza Wash. D.C/Boston. Anécdota de la pelirroja
4. Historia del narrador - conferencias en Berlín
5. Metarelato - la dificultad de contar la historia de Ishi
5a. Anécdota: el viejo y Atxaga

Pero, ¿No son también dos historias en diferentes momentos? Porque de Ishi cuenta cómo lo encontraron, después sobre su vida en el museo, luego regresa al "principio" y refiere la historia de la tribu, el exterminio y cómo finalmente se queda solo, y al final vuelve a sus últimos días, sus visitas al mar y la contemplación de sus monedas.
Sobre el narrador podría decirse lo mismo. ¿Son varias historias o es una historia en diferentes momentos?


Segunda parte: Sobre la pelirroja pendeja, el viejo y la literalidad.

¿Qué quiere decir Enrigue en la primera línea del cuento?

¿Es la típica pose del escritor o simplemente quiere decir que la genialidad de ciertas historias se opaca sobre el papel? Es verdad, !Cuántas buenas historias que al ponerlas sobre el papel se desdibujan! Pero, en todo caso, a eso están condenadas. Aún el más perito opondrá objeciones a su obra. Más bien me parece una pose del escritor. "La historia que significa por sí misma", escribe Enrigue. Me parece poco válida la expresión. No existe una historia "por sí misma". La prueba de ello es el relato. La vieja disputa entre la oralidad y la escritura ya hace mucho que quedó atrás. Una historia es historia escrita o si no, queda en mera anécdota de reunión o idea en la mente de quien la concibe.

Sin embargo, cuando Enrigue introduce el término "literalidad", siento que el problema va por otro lado. ¿Qué opinan?

Lo que parece evidente es la denuncia de un mundo lleno de estupidez, la diferencia de mentalidades según el lugar donde se nace, cosas así, pero sigo insistiendo en que hay un trasfondo.

Entiendo que hay una propuesta. Enrigue propone una poética, la poética de "la falta de un pedazo" (Kafka, Cortázar, Onetti... ¿Quién más?) y la transformación en una mitología. La consigna es insistir en que el mundo sea, permanezca incontrolable. No el happy end, sino la historia de amor que fracasa. Si es así, el reclamo es historia vieja, aunque oportuno. Vale la pena seguir insistiendo en ello dadas las condiciones del mundo.

Pero, ¿Qué más?

y dejo esta línea del cuento como torito: "es ahí cuando en la historia incontable de Ishi el niňo mordido se convierte en perro, el bosque se llama "Desierto" y la pelirroja porta una camiseta que no dice "pendeja".

Marcel: Intuyo como usted que Enrigue no hace sino eternizar el tópico: “nadie sabrá cómo hay que contar esta historia, si en primera persona, segunda...” Pero hay una diferencia que surge de la lectura del título: “La muerte del autor” (Barthes dixit). Es decir, Enrigue está diciendo, no puedo contar la historia porque no soy capaz pero también porque nuestra época ya no puede contar cuentos así; empezar: "En una remota orilla de los Apalaches, frente a la infantería yankee..." Y no se puede porque no creemos ya en esa voz, estamos demasiado entrenados, demasiado descreídos.

Estoy pensando en el magistral “Aleph”, que cuenta una historia ridícula (el mismo narrador así lo deja ver, supino, menos mal que no decubito, se siente burlado estúpidamente) sobre un lugar ridículo y un viejo iniciado en las artes del amor platónico e incapaz para el aristotélico. Y la historia de amor, no es historia de amor, sino envoltura de la historia inverosímil. Ahí está todo el chiste: a diferencia de otros cuentos, Borges "metaficcionaliza" la ficción propiamente dicha. Sin ese cascarón la historia sería no queiro decir más o menos creíble pero sí más literal. Enrigue utilza otro cascarón, pero cascarón al fin y al cabo.
Entonces la genialidad de ciertas historias se opaca sobre el papel? !Cuántas buenas historias que al ponerlas sobre el papel se desdibujan! "La historia que significa por sí misma".

Yo diría que son dos cosas, aunque una misma, como en el río de Heráclito. El tópico es viejo, tanto como Horacio cuando dice: “Homero es un río caudaloso; yo, una pendeja abejita que apenas puede moldear versos mal hechos”. Pero hay un logro megalómano en Enrigue, hay un pavoneo en decir, no conté la historia incontable, pero sí la conté y de manera tan literal que terminó por se otra cosa, por cambiar la playera de la pelirroja pendeja en pendeja pelirroja. Y todo esto porque cuando se es el último de algo, el último escritor, en este caso, con un ego del tamaño de, cuando menos Texas...

No sé si todo el asunto de la pelirroja vaya por ahí, es decir, Enrigue denuncia lo difícil que es escribir hoy porque el mundo es demasiado literal. Y aquí yo difiero. Es difícil escribir porque todo es demasiado "imaginario" en el sentido etimológico: no vivimos de palabras, vivimos de imágenes. Es difícil construir a un personaje porque el público no quiere imagínarselo quiere que se lo imaginen por él; quiere Jóligud que ya se lo imaginó por él un millón de veces, quiere personajes de "carne y hueso". Y por eso la historia de Ishi al propio Enrigue le suena a estar fabricando un reportaje sobre derechos indígenas para Proceso, una película de vaqueros, o un documental de NatGeo, pero no le suena a escribir literatura. Hay demasiado contexto para la lectura, hay demasiadas imágenes, nuestro “mundo mundial” no es literal, es imaginario... (sobreinterpreto, lo sé).

En Cine, es como esas películas que tienen voice over (que los que saben dicen que es recurso literario) como en Memorias del subdesarrollo. Una manera de contar pero no contar y contar además otra cosa, y una manera fácil de burlarse de uno mismo, de encimar la voz propia a otros hechos como en segundo plano y a otros en tercero y... Es como el arma en el cajón de Hitchcock, nos sorprende no porque no sepamos que está ahí, sino porque no sabemos cuándo... Por eso la línea clave es la primera: Hay historias que son imposibles de contar... y sí, no pude contarla, pero era mi intención (como en “Aleph”, como en “Las babas del diablo”).

Y el mecanismo se repite en los últimos cuentos del libro (en todos los de Cortázar) ¿será por eso que hoy día es tan difícil escribir en tercera omnisciente? ( y no nos empantanemos con las mamadas de focalización de Genette) porque incluso la "tercera mentirosa" de Corti, que lo ve todo pero que ironiza, que hace chistes sardónicos, que hace piruetas y lanza versos metafísicos...

De botepronto, Marcel, luego le seguimos...




El autor quiso aportarnos algunas ideas. Gracias, Álvaro:

Decía Picasso famosamente --sin compararme-- que en Guernica el toro es un toro y el caballo un caballo. Lo que dice la primera línea del cuento es sincero: traté de contar mil veces la historia de Ishi desde que vi una exhibición de sus objetos en un museo en San Francisco. Y siempre supe que su historia debería ser la que atara todas las demás del libro al que pertenece --se llama Hipotermia. No es un libro de cuentos, tampoco es una novela: es un artefacto en el que distintas historias con distintos personajes generan un fluído que no pasa ni por los nombres ni las personalidades de los personajes, ni por los contextos íntimos en que les pasan cosas, ni por una trama que empiece en A y termine en Z. "Sobre la muerte del autor" activa una poética, pero sólo la activa: las demás piezas están en otras partes del libro: Contar es imposible, pero se puede construir en torno a lo que se quiere decir y al final el resultado significa algo. La pelirroja es una pendeja porque cree que el lenguaje representa automáticamente. En su mundo, el niño al que muerde un perro sería un niño con rabia, no otro perro.

Primero una aclaración de mal gusto pero indispensable: el comentario a "Sobre la muerte del autor" fue un ejercicio más de desmenuzamiento que de crítica literaria objetiva, y como tal, probablemente diga menos sobre el cuento y más sobre los comentaristas. De todos modos, a mí no me interesa la crítica literaria "objetiva" y espero que en eso estemos de acuerdo.

Conozco tu libro Hipotermia. "Sobre la muerte..." fue uno de mis favoritos desde que lo leí por primera vez aunque creo que no lo entendí bien. No me gustaba precisamente por la historia de Ishi, sino por el viaje beatnik con las abuelas, el naufragio alemán y la pelirroja. En esta segunda lectura surgieron algunas correciones ópticas que pusieron en el centro a Ishi pero también al autor, no sólo por el título sino por el penúltimo párrafo: "Si uno es el último de algo...es ahí cuando en la historia incontable de Ishi, el niño mordido se convierte en perro..."; y sobre todo en el último: "A veces escribir...es conceder lo que queda...".

Decía también Buñuel --con mayor malicia, me parece, que Picasso-- que el oso en El ángel exterminador era un oso y no un símbolo del comunismo y, mejor aún, que estaba ahí por la limpia y sencilla razón de que a su padre le encantaban los osos. La sinceridad de Picasso o Buñuel está fuera de discusión, el asunto es que el "oso" puesto donde está no es solamente un oso, aunque tampoco sea un artefacto comunista.

Yo creo que "Sobre la muerte..." lleva el título que lleva y está en la sección en donde está, ("Grandes finales"), no tanto por el gran final de Ishi, sino por la sensación de estar en la cima de presenciando el ocaso de la literatura y del autor,
omo quien ve desmoronarse la montaña sobre la que se está parado. Final no apocalíptico sino rúnico y en esa lectura, tu poética propone una literatura de ciclos, donde las historias empiezan en A pero ¿qué tal si no terminaran en Z?; "la parejita que conduce a los hijitos y en el camino algo se jode" (algo evidente en Vidas paralelas).

No dudo de la sinceridad de la frase: "hay cuentos que son imposibles de ser contados"; pero tampoco dudo del "al parecer". Especialmente los que empezamos en esto hemos sentido esa misma sincera impotencia de la mano desfondada por simples puñados de palabras que no sabemos jugar; pero hay en todo este asunto un elemento agregado --que agrego yo mismo y ya no sé si también el autor del cuento.

Ya por último creo que parte del arte poética del cuento está encerrada en la frase "...me parece que tanta literalidad puede acabar siendo nociva, aunque no sé para qué...". Nuestra época no es la única ni la primera que ha sentido el vértigo de ser "lo último de algo"; ni de intuir que la literatura y el autor deben cambiar, o mejor: morir. Y la única muerte que no sería digna, sería la de la literalidad.
En todo Hipotermia uno intuye una jeremiada por la muerte del autor literario --tampoco sé bien qué signifique eso de "literario"-- ("La pluma de Dumbo"; "Superación personal", etc.) ; jeremiada irónica y sardónica, pero jeremiada al fin y al cabo. Veo en esa confesión una repetición antigua de un tópico literario --que sea tópico no quiere decir que no sea sentido-- y en ello siempre va todo el ego agrandado y la genialidad del autor. No sé si esté lograda la poética completamente en Hipotermia, pero (disculpa el tono lisonjero del párrafo pero las palabras se escurren como canicas) la búsqueda es innegable. Yo al menos la prefiero a, otra vez, la marquesa salienedo a las cinco.