domingo, 24 de enero de 2010

Bitácora (VII)

Las armas secretas,
Julio Cortázar.
(3 de mayo 2007)

Pierre espera en su cuarto la llegada de Camille. Comienza la crónica de una espera. Pierre y Camille se encontrarán en un café y no en el cuarto de aquél. Pronto, lo que parece un relación normal de pareja, que cuenta incluso con reconocidos elementos de encanto cortazarianos, deviene en una relación cada vez más tensa que empieza a jugarse en un plano psicológico complejo, donde se hacen presentes tanto el miedo como el impulso de dominio. La memoria, a través de los secretos recuerdos de ambos, es el vehículo a través del cual afloran los más hondos abismos de los personajes.

Cortázar, ofrece aquí una muestra de los que para él debe ser el cuento: una obra intensa de principio a fin. En este cuento el lector es conducido por caminos de sospechas y falsas pistas. Lo mismo sucede con Camille, su protagonista, quien ya no abandona la sospecha de estar sola en casa con el hombre que la violara años atrás.

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Sin duda es Pierre el personaje más complejo y el que debe analizarse para tratar de desentrañar el cuento.

La neurosis de Pierre

Pierre deja ver desde el inicio muestras de su “neurosis”, misma que irá siempre en grado creciente:

• P. está muy impaciente en su cuarto porque C. no llega, a pesar de que todavía no llega la h ora acordada para la cita.
• Aunque no hay razón alguna para pensarlo, P- es atacado fuertemente por la idea de que C. no llega porque no quiere subir a su cuarto.
• P. se molesta por la llegada de los amigos de C. al café (“¿Qué nunca nos van a dejar solos?), reacción comprensible en el caso de un encuentro casual y no producto de una cita con ellos, como es el caso.


Pierre, el violador.

Conforme avanza el cuento es casi indudable de que Pierre es, de alguna manera, el violador de C. Durante la sesión se habló de dos posibilidades en que esto sucede:

a) Porque P. es una reencarnación del violador de C.

Apoyan esta tesis los siguientes elementos:

• Al inicio del cuento, mientras P. espera a C. en su cuarto, , sale a relucir sin explicación una escopeta de doble caño (la que presumiblemente habría utilizado el violador nazi)
• P. tiene flashbacks en los que le llegan visiones de una casa donde –cosa que nunca se asegura del todo- habitó C. en los años en que fue violada.
• C. nunca le ha dicho a P. que ella vivió en Enghien, pero P. lo sabe y algún comentario hace al respecto.
• Bobby, el perro de C, le ladra a P. de un modo inusual, agresivo, como quien ha reconocido el olor de un enemigo.




b) Porque P. participa de un inconsciente colectivo del que también participó el violador nazi, y que es una pulsión fanática que puede poseer a cualquiera al menos por segundos. Algo así como el violador que todos los hombres llevan dentro. Por eso P. sería capaz de pensar en C. como de una “perra” (cabe decir que esto último también podría estar apoyando la hipótesis A).

Cortázar utiliza una figura que podría estar sugiriendo esto: cuando P. viaja en su motocicleta a una velocidad alta, la secuencia de árboles del camino elimina la diferencia entre la individualidad de ellos. Todos parecen ser una y la misma cosa. Sin embargo, aunque según esto todo hombre lleva a un violador en potencia, la línea que separaría a un violador de un hombre que no lo es, sería la que separa a la acción de lo que sólo se queda como vaga pulsión y se esfuma rápidamente. Un misterio: ¿qué decide en cuál de los dos lados permanecerá un hombre?

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